martes, 14 de febrero de 2017

LAS EMOCIONES


IMPORTANCIA DEL CONOCIMIENTO DE LAS EMOCIONES EN LA PERSONA HUMANA

A lo largo de la historia de la humanidad, uno de los temas más estudiados y analizados por diferentes científicos, filósofos, mentalistas, o psicólogos, es el de la emoción, ya que de ella depende nuestro equilibrio emocional, es decir, nuestra paz interna.

Pero ¿qué es la emoción? Sobre ella se han pronunciado diversos especialista y, en razón de sus reflexiones, podemos concluir que se trata de “cualquier agitación y trastorno de la mente, sentimiento, pasión; cualquier estado mental vehemente o excitado”.
En el interior de nuestra propia mente, coexisten miles de emociones así como diferentes combinaciones de ellas.
 A continuación, para un mayor conocimiento y difusión de las emociones, presentamos algunas de las familias básicas, conocidas y aceptadas por diferentes investigadores:

·   La ira, a la que pertenecen también la furia, ultraje, el resentimiento, la cólera, el odio, la irritabilidad.
·   La tristeza, cuya familia también es integrada por el miedo, el terror, el pavor, el nerviosismo, la fobia y el pánico.
·   El placer, con el que se relacionan la diversión, la alegría, la felicidad, la satisfacción, la gratificación, el placer sensual y el éxtasis.
·   El amor, a cuya familia pertenecen la adoración, la simpatía, la amabilidad, la afinidad y la aceptación.
·   La sorpresa, con la que se asocian el asombro, el desconcierto y la conmoción.
·   El disgusto, que se puede manifestar en la  aversión, el desprecio, la repulsión y el menosprecio.
·   La vergüenza, relacionada con el  arrepentimiento, la mortificación, la culpabilidad, la molestia, la humillación, etc.
El hombre es un ser muy complejo y complicado. Dentro de su mente puede albergar las más insospechadas emociones. Más aun, los seres humanos  somos como una caja de Pandora: con frecuencia, cuando nos  abrimos ante los demás sacamos las más pestilentes emociones, el veneno mental y, lo que es peor, ni siquiera nos damos cuenta de que estas emociones residen en nosotros. Por ello podemos afirmar que no nos conocemos a nosotros mismos. Muchas veces, nuestro comportamiento social está lleno de estas emociones: iras, resentimientos, deseos de venganza, furias, etc. En el diario vivir, estas emociones ocultas empiezan a salir a la luz ante la presencia de un hecho concreto que origina la detonación. Y estas emociones, ocultas, negativas, se convierten en algo inmanejable, incontrolable y algunas veces lamentablemente trágicas.
Yo puedo decir:  “No me cae tal persona, porque me hace recordar a mi padrastro que golpeaba a mi madre”. Pero como yo no me conozco a mí mismo en mi lado emocional y, por lo tanto, no puedo controlar mis pensamientos y mis sentimientos, agredo a esta persona, por el solo hecho de parecerse a mi padrastro. Y, al agredirlo sin ninguna razón, me estoy convirtiendo en un peligro social, en un tipo agresivo y belicoso que actúa sin pensar, movido por emociones de odio, desprecio y resentimiento.
Las personas con este comportamiento, se convierten en seres irracionales. No tienen en cuenta que deben actuar como seres pensantes y visualizar sus malas emociones internamente y eliminarlas mentalmente, a través de la práctica de dicho proceso mental.
Así, pues, para tener un comportamiento ideal y correcto, debemos aprender a conocer nuestras emociones, nuestros sentimientos; a entender cómo se perciben estas dentro de nuestra mente. Y, sobre todo, aprender a manejarlas en la vida diaria y ante situaciones determinadas. Es necesario entender, que debemos de aprender a bloquear nuestras emociones cuando estas son negativas  (cólera, aversión, fobia, etc.).
Las emociones que residen en nuestra mente se manifiestan en impulsos que nos llevan a actuar. Son como planes instantáneos que nos permiten enfrentar la vida, los cuales nos han sido inculcados, según las investigaciones de Daniel Goleman.
La palabra emoción proviene del verbo latino “motere” (‘mover’), al cual se ha adicionado el prefijo “e” (‘desde’). Esta etimología nos sugiere que, en toda emoción, está implícita una tendencia a la acción.
Actualmente, con el avance de la tecnología y la ciencia, el funcionamiento del cerebro ha sido estudiado en detalle por diferentes investigadores. De entre ellos, Daniel Goleman es quien nos indica que, con la emoción de la ira, la sangre fluye en las manos y así resulta más fácil tomar un arma o golpear al enemigo; así mismo, que el ritmo cardiaco se eleva y hay un aumento de la adrenalina, la cual genera un ritmo de energía lo suficientemente fuerte para generar una acción vigorosa. Del mismo modo, el tener una cólera intensa nos puede subir la presión arterial, aumentando nuestro ritmo cardíaco, lo cual —dependiendo de la intensidad y la frecuencia— puede llevar al infarto o al derrame cerebral.
Cuando una persona se percata de que tiene tendencia constante hacia la emoción de la cólera, es necesario que tenga un nivel de prevención y prudencia consigo misma. Por esta razón, debe evitar en su vida diaria el tener emociones intensas que le puedan causar un daño irreparable.
De todo lo explicado, es vital para un ser humano, joven o adulto, tomar conciencia de sí mismo, de tal manera, que pueda reconocer las emociones y los sentimientos que alberga en su mente. De este modo se le hará posible expresarlos de una manera adecuada. Por ejemplo, si sientes celos por una persona, puedes identificar tu emoción y hacer conciencia de si tiene una base real o es producto de tu imaginación sin razón alguna.

Una emoción  mal manejada puede llevarnos a cometer diferentes grados de agresión a otro ser humano, pudiendo llegar hasta un crimen pasional. De ahí que la famosa frase “pensar antes de actuar”, nos va ayudar mucho en la vida. Asimismo, el conocerse a sí mismo va a ser de vital importancia, de tal manera que podamos encontrar nuestras fortalezas y debilidades internas, y así llegar a obtener el debido autocontrol y dominio personal. Con ello conseguiremos evitarnos un sin fin de problemas en la vida.
La sociedad, en estos tiempos, está plagada de violencia de todo género. Al interior de las familias no existe comunicación; no se sabe expresar con propiedad las emociones y sentimientos. Ello está generando un cuadro dramático a nuestra vida social. A este respecto, podemos mencionar la existencia de padres que saben cómo hacer que sus hijos se sientan queridos, no se comunican con ellos, ni son capaces de expresarse mediante ni siquiera mediante una caricia física. Menos aun, son capaces de aconsejarlos acerca de  cómo comportase en la vida.
Por otro lado, los hijos, al no hallar cariño y comprensión y no ser escuchados dentro de su célula familiar, almacenan en su interior todas sus emociones y sentimientos y no liberan dicha energía. Este es el caso de aquellos infantes que tienen problemas en el colegio —los cuales  podrían ser fáciles de solucionar mediante el diálogo con sus padres— y no hallan cómo solucionarlos. Estos problemas, con el paso del tiempo, van creciendo hasta llegar a ser inmanejables.
Es por ello que empiezan a buscar la compañía del barrio o de la pandilla. Allí encuentran que son escuchados y comprendidos, dentro de la hermandad pandillera, sin darse cuenta se van introduciendo en un submundo que va a generarles un problema mayor.           
Dentro de estas pandillas, se van volviendo seres marginados y comienzan a adoptar patrones de conducta negativos, los mismos que gradualmente los van llevando al consumo de alcohol y drogas; a la realización de robos, asaltos, etc. para conseguir el dinero para comprar;  e, incluso, a la ruptura máxima del patrón social como es el asesinato.
El cuadro mencionado tiene su origen en la falta de diálogo familiar y, sobre todo, en el desconocimiento de las emociones que se presentan en cada una de las personas y en el interior del hogar.
Actualmente son tiempos de escasez de fe y pérdida de valores. Por esta razón, es necesario estar conectado diariamente con Dios, a través de la oración y la meditación; la lectura de la Biblia; la práctica de las enseñanzas en la vida real. Y ello porque el espíritu de Dios que mora en nosotros empieza a guiarnos; a orientarnos en nuestros actos, en el manejo emocional; refrena nuestra lengua; apacigua la ira, el dolor y la pena; y nos impulsa a ser otras personas, convirtiéndonos en criaturas nuevas al renacer espiritualmente.
Hoy en día, hay mayor necesidad de conocimiento de la palabra de Dios. “Porque se levantará Nación contra Nación y Reino contra Reino y habrá pestes y hambre, y habrá terremoto en distintos lugares”. (Mateo 24:7). Y como todo ello ya ha ocurrido y sigue ocurriendo, la responsabilidad del hombre de este tiempo es mayor por lo que tiene que aprender a conocer y controlar sus emociones y sentimientos negativos.
Seguidamente, presentamos algunos consejos proporcionados por Daniel Goleman, que pueden ayudar en la vida diaria a tener autocontrol y dominio personal, ante actos que nos generen cólera, ira o cualquier emoción negativa.
Para ello, nuestra herramienta va a ser el manejo del pensamiento. Debemos pensar:

1) Detente, cálmate y piensa antes de actuar.
2) Cuenta el problema y di como te sientes.
3) Proponte un objetivo positivo.
4) Piensa en una cantidad de soluciones al problema.
5) Piensa en las consecuencias posteriores.
6) Practica el mejor plan que has estructurado.
Wayne Dyer afirma que hay que repetirse a sí mismo, en su propia mente: “Yo puedo controlar mis pensamientos. Mis sentimientos provienen de mis pensamientos. Por tanto, yo puedo controlar mis sentimientos. De esa forma yo puedo elegir cómo sentirme”. Con la internalización permanente y la práctica de estos pensamientos en tu mente, conseguirás sentirte como una persona capaz de controlarte.
También, dentro del campo de las emociones, existe una habilidad social clave que se tiene que aprender a manejar: “La empatía”. Esta es la capacidad de comprender los sentimientos del otro y respetar su manera de pensar.
De la práctica del control de las emociones y pensamientos, vamos a obtener el crecimiento espiritual, el cual nos llevará a obtener, como dijera Pablo “Los frutos del espíritu (los cuales son): amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza”. Es a partir del conocimiento y de la residencia de estos frutos en tu mente que vas a poder entender que has comenzado el camino que te conducirá a una vida plena de felicidad.