martes, 14 de febrero de 2017

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y SU CONEXIÓN CON LA ESPIRITUALIDAD

En los actuales momentos, vivimos tiempos muy difíciles, en los que la célula fundamental de la sociedad, la familia, se ve bombardeada y amenazada en su supervivencia. Ello es debido a diversos factores que van desde lo económico (los bajos sueldos, la falta de empleo, la subida de precio de los productos básicos, etc.); pasan por lo social (delincuencia juvenil, pandillas, violaciones, asaltos, etc.); y por lo cultural (el exceso de revistas y pasquines con mala información y orientados a la pornografía, etc.).
Ante este panorama social, por el que atraviesa nuestro país, y la evidente falta de fe y de valores en la mayoría de la población      —aunado al escaso conocimiento de herramientas de autoayuda, que nos permitan conocernos mejor— hemos emprendido este trabajo con la finalidad de suplir esta deficiencia.
Las emociones centrales del ser humano como el temor, la ira, la tristeza y el placer se expresan en el rostro humano y son reconocidas casi por todos los pueblos del planeta; desde los altamente industrializados hasta aquellos con un escaso nivel de desarrollo.
En este contexto, lo primero que haremos es definir qué se entiende por inteligencia. Esta se entiende como “la facultad de comprender, la capacidad mayor o menor de saber o aprender”.
Desde el punto de vista, el hombre es un ser complejo y difícil en su mente y no hay aún respuestas claras sobre cómo clasificar sus emociones. Sin embargo, lo que sí podemos aseverar es que un hombre que posee inteligencia emocional, sabe manejarse correctamente, respecto de sí mismo, logrando un equilibrio en su yo interno, mejorando su relación con los demás, llegando a conocer con claridad sus sentimientos y emociones, y manejándose de la mejor manera.
Las ciencias psicológicas y psiquiátricas, a pesar de sus avances, no dan todas las respuestas requeridas por el hombre. Hay emociones aún no estudiadas y profundizadas. Al respecto, en su libro Inteligencia Emocional, el ya referido  profesor, Daniel Goleman, menciona: “Respecto a las emociones ¿qué podemos decir de las virtudes como la esperanza, la fe, el coraje, la indulgencia, la certeza y la ecuanimidad? La respuesta es ‘no hay aún respuestas claras y exactas’. Por tal razón, consideramos que el hombre debe estudiarse científicamente, desde su visión emocional y sentimental, pero sin dejar algo básico para el desarrollo humano, el conocimiento de la palabra de Dios, la que le va a permitir nutrir su espíritu y crecer, que es uno de los principios fundamentales del cristianismo.
Dentro de las habilidades consideradas por la inteligencia emocional se encuentran el autodominio, el celo, la persistencia y la capacidad para motivarse a sí mismo. Y es justamente en este aspecto donde vamos a incidir, o sea, en la capacidad que tiene una persona para motivarse.
Es en esa fuerza interior en la que algunas personas tienen su fortaleza ya que —pase lo que pase, problema o dificultad que se  presente— nada las derribará pues su fuerza no está en lo físico, sino que proviene de su interior; o, más claramente, de su espíritu. Sin lugar a dudas, el hombre que está conectado con la mente universal, creadora de todo, Dios, obtiene su energía positiva a través de la fe; y esa creencia que está por encima de cualquier razonamiento humano, cosa o poder material, es la que le permite obtener fortaleza espiritual.

En tal sentido, pensamos que es positivo y favorable para una persona conocerse a sí misma emocionalmente, tanto internamente como en su relación con los demás. Sin embargo, dada la dimensión espiritual del hombre, ello no le bastará ni lo llenará totalmente. La esfera espiritual propia del hombre está por encima de cualquier ciencia o conocimiento humano. La prueba concreta de ello es que a través de la historia han ocurrido milagros, sucesos que no pueden ser explicados por la ciencia; y, más aun, todo el avance tecnológico no hace capaz al hombre de darles una explicación.
En la historia de la humanidad, hubo una persona que dividió la historia en antes de él y después de él. Fue Jesucristo. Hizo milagros como resucitar muertos; entre ellos, a Lázaro. Más aun, realizó también varios milagros que no pueden ser ni siquiera pensados por la ciencia. No obstante ello, la mayoría de personas han perdido la fe.
Pero, ¿qué es la fe? La respuesta la hallamos en el Nuevo Testamento: “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11, 1)
En la actualidad, la ciencia nos habla de la existencia del calentamiento global. En los próximos treinta años va a haber una serie de cambios climatológicos, que causarán desequilibrios geológicos alarmantes. Uno de ellos es el derretimiento de los cascos polares, lo cual va a traer trastornos a todo el planeta.
¿Por qué en la Biblia, dos mil años atrás, ya se hablaba de estos temas? ¿Cómo pudieron saber de estos temas los personajes de la Biblia? ¿Cómo es que sabían que los tiempos  iban a pasar rápido? En la Biblia hay evidentes señales científicas que deben ser tomadas en cuenta.
 Actualmente, nuestras sociedades viven tiempos de crisis de fe, a pesar de que existen libros como la Biblia que muestran hechos evidentes de una visión superior de las cosas. El hombre de hoy adolece de falta de diálogo consigo mismo, con su familia, y con los demás. Desconoce sus emociones y sentimientos; y, lo que es peor, no sabe cómo expresarlos. A esto se aúna el desconocimiento de la palabra de Dios.
Todo ello ha permitido que el ser humano pierda el sentido de vivir y tenga una visión materialista de la vida. Él cree que la vida solo significa conseguir logros económicos, profesionales, etc., lo cual no le permite descubrir la luz interior que posee. Por ello  vive en la oscuridad. No obstante, brilla siempre la luz de la esperanza para el cambio personal y de la humanidad. Esa luz es el conocimiento de Dios.
Respecto a la complejidad del hombre, el doctor Wayne Dyer, autor del libro Tus Zonas Erróneas sostiene que al hombre se le ha concedido un cuerpo perfecto para alojar su ser interior invisible durante unos breves momentos de eternidad.¿Qué debemos hacer entonces para recibir la ayuda de Dios en nuestras vidas? La respuesta es fácil, y es sacada del Nuevo Testamento:
1)  PIDE (da una orden al universo, deja que el universo sepa lo que quieres. El universo responderá tus pensamientos).
2)  TEN FE (confía que ya es tuyo lo que pides. Ten una fe a toda prueba)
3) RECIBE (Empieza a sentirte cómo te sentirás cuando te sea dado lo que pides)
4) DA GRACIAS (Este último paso es importante: da gracias a Dios por todo lo que hace por ti)
Asimismo, la científica Rhonda Byrne, en su libro El Secreto, nos recuerda a Mateo 21: 22, cuando nos dice: “Y todo cuanto pidiereis en la oración, si tenéis fe lo alcanzarás”. Asimismo, el Pastor Evangélico Martín Luther King nos dice: “Da el primer paso con la fe. No tienes por qué ver toda la escalera. Basta con que subas el primer peldaño”.

Todo este aspecto, referente a la fe, tiene que basarse, complementariamente, en la autodisciplina y en la capacidad de motivación de cada uno para conseguir las metas que se propone.