Según
el diccionario de la
Lengua Española Everest, “la libertad es la facultad natural
de obrar de una manera o de otra, y de no obrar”. Constituye, por tanto, el
verdadero logro o meta de la persona humana. El tenerla no es fácil, ni se nos
regala por el simple hecho de venir al mundo. Por el contrario, la libertad se
debe conquistar. Por esta razón, es que se puede decir: “el que quiere celeste,
que le cueste”.
Es
así como, pese a los problemas de la vida diaria y a obstáculos de diversa
índole, vamos encontrando conquistas de distinto orden social, económico,
cultural, etc.
Por
lo tanto, el hombre debe estar dispuesto a luchar dentro de sí mismo para
mantener su libertad, proveyéndose de armas tan necesarias como los valores, los
principios espirituales, morales y, sobre todo, de un autoconocimiento.
Cada
persona tiene en su cuerpo y en su salud un tesoro que cuidar, pues somos
criaturas divinas, hechas a la imagen de nuestro Creador, con un espíritu en
nuestro interior. Es necesario resaltar esto, porque muchos jóvenes — sin
autoestima y con patrones de conducta negativos — se comportan de manera autodestructiva
y se involucran en múltiples problemas, los cuales se agravan gradualmente
hasta llegar a niveles diversos de autodestrucción.
Ello hace que formen pandillas en sus barrios, roben constantemente y se droguen
utilizando alcohol, cocaína, PBC, marihuana, etc.
De
esa manera, pierden su libertad —pasando a
ser verdaderos esclavos del vicio — y atraen a su vida todo tipo de
problemas, involucrando a la familia, su centro de estudio y extendiendo dichos
daños a la comunidad.
Este
tipo de personas se vuelve irresponsable y pierde el respeto a sí mismo. De
este modo, va en contra de su propia dignidad, perdiendo con ello la libertad,
pues esta es “responsabilidad en acción”.
A
lo largo de la evolución histórica de la humanidad, hemos tenido pensadores,
filósofos, e intelectuales notables (Platón, Marx, Kant, Freud, Espinoza, etc.)
que han estudiado el comportamiento humano, y decían: “ser libres es conquistar
la libertad”. Asimismo, según Erich
Fromm, cuando una persona encuentra la libertad en su vida, puede elegir
libremente entre dos opciones y liberarse de las pasiones irracionales.
Un
ejemplo de conducta productiva es la de una persona que opta por luchar en la
vida, siendo responsable y digno, convirtiéndose en un ejemplo. Este es el caso
de Jorge, un joven que vive en un asentamiento humano y que proviene de una
familia de escasos recursos económicos. Él se encuentra estudiando en la universidad
pero no tiene recursos para comprar un libro y debe tomar una decisión: o deja
de estudiar o decide ir a la biblioteca de su localidad para poder prestarse
los libros y leerlos. Asimismo, busca tener amigos de mejor situación económica,
que le puedan prestar los libros.
Este
es un caso en el que podemos apreciar a un joven que opta por el bien, por
educarse y tener un mejor futuro, tanto para él como para su familia: Jorge lucha
por su libertad.
También
podemos dar un ejemplo de conducta madura y responsable. Pedro es un joven que
tiene una enamorada y la ama. No es mujeriego sino que crece y madura
responsablemente al lado de ella. Ambos, poco a poco, se desarrollan en la
vida, respetándose mutuamente. Este caso, es un ejemplo de la lucha por la
libertad para liberarse de las pasiones irracionales.
Si
el caso fuera contrario, si se tratara de la adopción de una conducta
autodestructiva, si Pedro no luchara por su libertad, si no respetara a su
enamorada, se podría convertir en un adicto al sexo y, más aun, podría incurrir
en el exceso de faltarle el respeto, teniendo otras enamoradas al mismo tiempo.
De esa manera, estaría faltándole respeto a su cuerpo, exponiéndolo a todo tipo
de enfermedades y restándole dignidad. Así, habría perdido su libertad y se podría
convertirse en un esclavo de sus bajas pasiones e instintos, lo cual lo
llevaría a su autodestrucción.
El
ser humano, por naturaleza es un ente social, pues no es único en el mundo, ya
que convive con los demás. Esta situación implica que todo hombre necesita
aprender a vivir socialmente, lo cual lleva a aprender a interactuar de forma
positiva con los demás seres en la comunidad.
Etimológicamente,
la palabra “societas” significa “compañerismo”. La sociabilidad una atribución
esencial del hombre; de allí, que el hombre, en su verdadera naturaleza, sea un
ser para los demás. Por tal razón, es vital para él saber comunicar sus
emociones y sentimientos adecuadamente. Por ejemplo, si un padre de familia
escucha tanto a su esposa como a sus hijos; comprende y da soluciones
racionales a los problemas de su hogar, conjuntamente con su esposa e hijos,
con ello logrará constituir un hogar armónico y feliz orientado al desarrollo
de todos los integrantes de esa familia.
Pero,
muchas veces —a pesar de conocer en su vida la belleza de la libertad— el
hombre elige con sus actos y conductas el mal camino (hacerle daño a los demás,
a su cuerpo, etc.). De este modo, pierde su libertad al no poder conquistar sus
pasiones, al no poder superar el miedo que genera su incierto futuro. Para
poder luchar por su libertad deberá conquistar su mente, llenándola de valores,
principios, pensamientos positivos.
Como
bien dice el doctor Ben Jhonson: “Empieza a tener en tu vida pensamientos
felices y empieza a ser feliz. La
felicidad es un sentimiento del estado del ser. Tú tienes el dedo en la tecla
de sentirte bien. Apriétalo ahora y mantenlo apretado con firmeza, pase lo que
pase alrededor”. De esta manera, nos indica cómo el hombre tiene en sus manos
la decisión de ser un hombre auténticamente libre y feliz, aun cuando tiene
necesidad de metas claras y precisas de lo que quiere. Ello le significa tener
un propósito para su vida; aquello que le va permitir vivir, luchar con
esfuerzo y tenacidad, para cumplir con el propósito que tiene planteado (se le
cierra una puerta y se le abren mil).
El
hombre que lucha tiene energía positiva y está conectado con su Dios
permanentemente y logra conseguir a través del tiempo sus objetivos y metas
planteados.
Uno
de los aspectos importantes para poder triunfar en la vida es: “Conocerse a sí
mismo”. Sólo a través de un exhaustivo análisis personal, podremos
autoconocernos. Y al hacerlo, entenderemos nuestra propia naturaleza, ir
mejorándola y comunicar nuestras emociones correctamente, apreciando nuestras virtudes
y defectos así como los de los demás.
Para
ello, tenemos que hacer uso práctico de los valores morales y cristianos, aplicándolos
diariamente. Ello nos permitirá ser consciente de la realidad, pudiendo
observar el mundo tal como es, sin anteojeras ni caretas.
Una
de las preguntas claves que se hace todo ser humano es: ¿Qué motivo tengo yo o
las otras personas para poder seguir viviendo? Las respuestas podrían darse de
acuerdo con la calidad de la persona; o sea, si es negativa, sin valores, no
tendrá motivos para vivir positivamente y optará por la autodestrucción,
experimentando todos los comportamientos negativos sociales (búsqueda de
refugio en el alcohol, en la droga, en el abuso sexual, en la ludopatía, etc.).
Pero, si es una persona positiva, su respuesta será tal y la llevará a una vida
en paz consigo misma y con los demás. Este hecho le permitirá ser digna y
productiva.
Para
ser libres en la vida, nuevamente el pensador y filósofo Erich Fromm, afirma
que “… no podemos ser pesimistas y cancinos, sino todo lo contrario. Sólo
pueden ser libres los entusiastas, los que creen en la vida y en su carácter
sagrado”. De lo señalado por este pensador, podemos inferir que está hablando
indirectamente de la existencia de un poder superior llamado Dios y que los que
cultivan en su espíritu y mente pensamientos positivos —visualizándose
mentalmente a sí mismos, como personas triunfadoras y hombres de bien— saben realmente lo que quieren. Estos, a su
vez, poseen un sentido real de por qué vivir, lo cual los convierte en seres
libres, con independencia, dotados de amor hacia ellos mismos y hacia su
prójimo.
El
hombre que ha decidido ser positivo, no es ansioso ni desesperado por lo
material, pues tiene fe y lleva en su corazón la palabra de Dios: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6, 33).
Este pasaje es una gran verdad, pues nadie mejor que Dios sabe lo que nos hace
falta.
Otro
de los aspectos relativos a la libertad personal es que un hombre libre es
aquel que es consciente de su realidad y se adecua a ella luchando por
mejorarla sanamente. El hombre que vive alienado, es decir, que no vive su
propia realidad sino que imita todo lo que ve en películas, periódicos,
televisión, radio, entre otros, no tiene conciencia de su realidad sino que
vive una vida falsa y, por lo tanto, ha perdido su identidad y libertad.
Vivir
en libertad constituye el verdadero logro del ser humano, porque sólo así el
hombre puede conquistar su futuro y ayudar a los demás. Este es uno de los
grandes valores que nos impulsa a luchar.